143 años de historias en La Peninsular
- Hernández Gámez Carlos
- 16 mar 2015
- 5 Min. de lectura
Entre la calle de Corregidora y Roldan en La Merced, uno de los barrios mágicos de la Ciudad de México, yace una de las cantinas más viejas del Distrito Federal “La Peninsular” que desde 1872, año en que fue fundada se ha consolidado como un centro de historias, punto de convivencia y un excelente lugar para disfrutar de una buena bebida, acompañada de la clásica “botana” que las cantinas de calidad saben proporcionar a los distinguidos comensales.
![IMG_1739[1].JPG](https://static.wixstatic.com/media/e6e287_a9e0dbf761744cde8be197e4181d5b9d.jpg/v1/fill/w_980,h_653,al_c,q_85,usm_0.66_1.00_0.01,enc_avif,quality_auto/e6e287_a9e0dbf761744cde8be197e4181d5b9d.jpg)
Un poco de historia
En el mismo cruce en donde se ubica la famosa cantina, fue y sigue siendo un punto para el comercio, pues desde antes de la conquista se encontraba un canal repleto de canoas provenientes de lugares como: Santa Anita, San Juanico e Ixtacalco. Las naves iban cargadas de mercancías producidas en las chinampas de esas zonas, por lo que la gente se concentraba en esos puntos para comprar las mejores cosas. Además de que la acequia de Corregidora era una de las cinco más importantes de aquella época.
Los años pasaron, los canales desaparecieron, los camiones llegaron y La Peninsular permanecía. De los dueños originales poco se sabe, sin embargo la cantina esperaba por alguien, que con deseos de éxito y ganas de tener un negocio tan popular se hiciera con ella. Y fue en el año de 1950 que Joaquín Romano Gutiérrez junto a su hermano Ramón Romano, quien tenía la idea de comprar una cantina, dieron con el famoso establecimiento del barrio de La Merced y decidieron probar suerte al adquirir el negocio. De esa manera La Peninsular con sus más de 140 años, ha visto el pasó de diferentes dueños, pero durante más de 60 años fue atendida por los Romano.
![IMG_1735[1].JPG](https://static.wixstatic.com/media/e6e287_af766f04c0ac485c927b451d66ddb737.jpg/v1/fill/w_980,h_653,al_c,q_85,usm_0.66_1.00_0.01,enc_avif,quality_auto/e6e287_af766f04c0ac485c927b451d66ddb737.jpg)
La vida en la cantina
La botana es uno de los detalles que debe tener toda cantina que pueda considerarse como tal, es ofrecer la famosa “botana”. En las cantinas se instauró por orden de las autoridades que debían servir comida, de esa manera se comenzó una tradición que ha ido desapareciendo lentamente, sin embargo La Peninsular se niega a dejar morir este acto, y el cual es la razón de que muchos asistan a estos sitios. En la cantina de Corregidora y Roldan, los clientes son consentidos con platillos como: caldo de camarón, chicharrón en salsa verde, carne de cerdo con verdolagas o espinacas, y otra variedad de alimentos que día con día cambia para que el cliente acompañe su trago con un delicioso platillo mexicano.
El cantinero: “cantinero que todo lo sabes. He venido a pedirte un consejo, pero quiero que tu no me engañes […] ya tome mil botellas contigo y me has dicho las cosas más crueles” José Alfredo Jiménez en su canción El cantinero, refleja la figura e importancia que tenían los servidores de tragos en las cantinas, y que hoy en día ha pasado a la historia, pues los ahora llamados “barman” ya no escuchan las historias de los clientes, sólo se dedican a su trabajo, es raro ver a alguien hablando con la persona encargada de la barra en los bares y cantinas. La Peninsular no es la excepción a esta tradición que se está perdiendo, el que atiende la barra pasa desapercibido para todos, y más ahora que el histórico lugar atraviesa por una nueva administración y el personal que labora resulta nuevo para muchos clientes. El anterior cantinero y dueño, Juan Antonio Romano todavía conservaba la importancia que su labor le confería, pues siendo un gran conocedor del barrio de La Merced, así como vecino y amigo, lo volvió una persona muy querida.
La música, un elemento crucial e importante para que las cantinas lograran la fama y popularidad de la que gozaron por años, fue la música. El cine y las canciones nos han mostrado el ambiente musical que imperaba en las cantinas, y desde luego no es ficción. Tríos, norteños y hasta mariachis llenaban estos espacios que buscaban alegrar corazones o expresar lo que el cliente sentía a través de sus canciones. La música sigue siendo parte de las cantinas, y los músicos siguen entrando a ellas, aunque con menos suerte, pues los gustos musicales han cambiado, y la gente no suele apreciar el valor histórico de una canción de José Alfredo, Javier Solís o Los Panchos. A veces los tríos entran y salen con la misa, nadie quiere que le toquen una canción, pero al parecer ellos se mantienen al pie de la lucha, pues nunca faltara el que anda dolido por algún amor, y sólo unos músicos podrían decir lo que siente.
Un lugar para los famosos
Al ser tan emblemática e histórica, La Peninsular ha visto desfilar a un sinfín de personas, entre ellas también a famosos y famosas, que si no se volvieron clientes, al menos se tomaron unas copas. Se cuenta que aquí se filmó la película El callejón de los milagros, pero es falso. El contrato para que se pudieran realizar las grabaciones al interior del inmueble, obligaban al dueño a tener cerrado hasta que terminaran las filmaciones, lo cual no le gustó al dueño, pues iba afectar sus ventas. Sólo grabaron el exterior de la cantina y cambiaron el nombre de La Peninsular por “Pulquería El Brindis”. Al terminar de rodar la película el Salma Hayek y el elenco se dieron cita en la cantina para brindar por el trabajo.

También la cantina la visitó una ocasión el pintor José Luis Cuevas, que a diario acostumbraba tomar un café en la nevería” Mi Lady”, también ubicada en La Merced, que luego del terremoto del 85 cerro por que se cayeron algunas partes del techo y marco, así que le recomendaron al pintor que fuera a tomarse un café a la cantina. A la lista de famosos se suma Pompín Iglesias, el famoso actor colombiano que participó en series como: Mí secretaria, Cómicos y canciones y Sábados alegres. Lucha Villa igual asistió una ocasión a tomar un trago, ese día se corrió la voz de su presencia en el lugar, y rápidamente la cantina estuvo repleta de gente que buscaba conocer a la famosa cantante. El michoacana Felipe Arraiga fue otro de los cantantes famosos que decidieron beber y comer en La Peninsular.
Definitivamente las cantinas fueron y siguen siendo un refugio para hombres. Lamentablemente no viven sus mejores años, algunas cantinas clásicas de la ciudad han ido cerrando, ya que la gente ha ido perdiendo la costumbre de visitar estos lugares, que son parte de nuestra cultura e historia.
Muchas cantinas han tenido que transformarse para mantenerse con vida, y de los detalles que hacían de una cantina un lugar cómodo poco queda. La Peninsular ha tenido que pasar por remodelaciones y cartera de servicios para seguir en el barrio, y a pesar de eso sufrió un cierre, acabando con la historia que representa su existencia. Por suerte encontró a gente interesada por mantener uno de los emblemáticos lugares de la Merced, así que reabrió sus puertas, esperando tener cien años más de historias que contar.
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